La otra defensa de las abejas.

El pequeño escarabajo de las colmenas (Aethina tumida), originario del sur de África, fue transportado en 2002 a Australia y allí se ha convertido – tras serlo en Norteamérica – en un temible parásito asociado a las colonias de abejas. Su dura coraza de quitina le protege de la picadura de las abejas, por lo que éstas se han visto obligadas a poner en práctica estrategias de defensa alternativas. La técnica a la que ha recurrido la Trigona carbonaria, una especie de abeja sin aguijón, se ha revelado especialmente eficaz. Esta especie endémica de Australia detiene el avance del enemigo recubriéndolo en vida con una mezcla pegajosa de resina, como ha descubierto un equipo de científicos dirigido por Peter Neumann en el Centro Suizo de Investigación Apícola de Berna (Suiza). La sustancia provoca la deshidratación rápida del parásito, que se marchita en unos minutos como una momia.

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